Tener una hija ha sido una aventura que disfruto y que me llena de retos todos los días, que me enseña y me hace ver mis fortalezas pero también conocer mis defectos y que también me ha hecho valorar mi tiempo y espacio a solas.
Cuando estás embarazada comienzas a darte cuenta que tu vida no será igual y aunque todos te hablan de lo maravilloso que es ser madre, nadie te habla de la avalancha de cambios hormonales que experimentas después del parto, de la depresión post parto ni de lo raro que es adaptarse a dejar de ser solo tú, para convertirte en un nosotros. Y es que aunque tenemos 40 semanas para comenzar a asimilar que ahora una nueva vida depende de nosotros, la verdadera adaptación viene hasta que el bebé está fuera del vientre, pidiendo nuestra atención a cada instante y está adaptación nunca acaba.
Maternidad en ojos de otros
En la televisión y películas se idealiza la maternidad, parece que las mujeres al momento de convertirse en madres de inmediato se adaptaran y sí, tal vez haya quien así lo viva, pero no es la realidad de todas. Aún en embarazos planeados algunas conocidas me han platicado cómo es que les es difícil entender que ya no se trata solo de ellas.
Desde mi punto de vista, al inicio la maternidad es un duelo, pues aunque tus necesidades son importantes, das prioridad a las del bebé y entonces algunas mujeres sentimos cierta culpabilidad por extrañar lo que fuimos, tener tiempo para una misma, poder hacer lo que nos gusta sin prisas.
Hace unos días unas amiga me platicaba sobre lo difícil que ha sido para ella cuidar sola a sus hijas y me dijo “Extraño mi esencia, ya no soy lo que antes era”, entonces le expliqué que yo también me había sentido así a veces, que estaba bien pensar en el pasado, pero que había que valorar si convenía quedarse en ese estado de duelo por mucho tiempo. A veces es inevitable añorar los tiempos en lo que no había hijos y esto no implica no amarlos, tampoco debemos sentirnos culpables al respecto.
La maternidad te transforma y nadie puede decirte “Tranquila todo volverá a la normalidad, ya pasará” porque no es así, nunca volverás a ser la de antes, pero puedes vivir ese duelo y aprender a amar a tu nuevo yo, rescatar lo mejor de cuando no eras madre y reunirlo con lo que eres en el presente, disfrutar esta etapa y buscar herramientas para darte tiempo a ti misma, salir con amigos, hacer ejercicio o ver TV en la habitación mientras los niños están en la sala; esos pequeños momentos de soledad pueden hacerte sentir mejor.
Reconciliarte contigo misma, amarte como mujer y también como madre puede tomar tiempo y hasta lágrimas, pero es parte de vivir el duelo y podemos superarlo.
Tienes toda la razón, mi hija tiene 2 años y aún me cuesta mucho trabajo saber que ya no volveré a ser la misma de antes. Me ha costado mucho trabajo retomar algunas de mis actividades y otras de plano no he podido no se si en un futuro lo pueda hacer. Me parece muy importante que las mujeres que se sienten sobrepasadas por esta situación sepan que no están solas. Y que las mujeres que lo viven como un duelo sepan que tienen el derecho a hacerlo porque se están despidiendo de quienes eran antes para descubrir en qué sen convertirán.