Quiero hablarles de algo que muchos padres, madres y cuidadores podrían reconocer: la famosa «crisis de los 7 años» en las niñas. Es como si de la noche a la mañana, mi pequeña se hubiera transformado en una mini adolescente con opiniones fuertes y emociones intensas. ¿Alguien más ha experimentado esto?
Nabyl, que es una niña alegre y despreocupada, de repente se enfrenta a cambios significativos en su comportamiento. Pasamos de juegos con muñecos a discusiones acaloradas sobre la elección de la ropa y las preferencias alimenticias.
Lo primero que noté fueron sus expresiones faciales. Es como si hubiera desarrollado una mirada de desaprobación que puede desarmar a cualquiera. Antes era más sencillo tener charlas encantadoras sobre sus días en la escuela, pero ahora a menudo obtengo respuestas monosilábicas y suspiros dramáticos. ¿también te pasa?
Una de las mayores sorpresas ha sido su deseo de independencia. Antes, siempre estaba ansiosa por mi atención y compañía, pero ahora parece querer explorar el mundo por sí misma. Estoy feliz de que esté desarrollando esa autonomía, pero a veces me siento como si estuviera perdiendo a mi pequeña niña a pasos agigantados.
Y no olvidemos las lágrimas. Hay lágrimas por cosas que antes no parecían importarle en lo más mínimo. Las lágrimas por la ropa que no le gusta, las lágrimas por no poder comer helado para la cena, las lágrimas por razones que a veces ni ella misma entiende del todo.
En medio de esta montaña rusa emocional, me doy cuenta de que nuestro papel como padres está evolucionando. Ahora, más que nunca, necesito ser un oyente activo y comprensivo. Trato de recordar que esta fase también pasará, que es parte del proceso natural de crecimiento.
Aunque a veces me encuentro suspirando y preguntándome dónde quedó mi niña pequeña, también celebro los destellos de la increíble persona que está emergiendo. La crisis de los 7 años puede ser desafiante, pero también es un recordatorio de que estamos criando a individuos únicos con sus propias personalidades y perspectivas.
Así que aquí estoy, navegando las aguas revueltas de la niñez, lista para abrazar los cambios y aprender junto a mi pequeña exploradora.
¿Quién más está en este viaje conmigo? ¡Compartan sus historias y consejos en los comentarios!
Con amor y paciencia