A menudo escuchó y leo personas diciendo «Pero mira que listo es fulanito, mi primo de la misma edad aún no hace eso» y comparaciones del estilo y sigo sin entender que ganamos al decirlo.
Esta vez hablo desde las dos caras de la moneda, cuando comparan positiva y negativamente, pues ambas nos han tocado. En las vacaciones fuimos a una excursión en grupo a las cascadas, pues bien, Nabyl iba «platicando», jugó en las lagunas sin llorar, corría por donde podía y a la hora de comer se sentó y sola comió de todo lo que habían servido; ante esto, una familia que nos acompañaba nos hacía comentarios del tipo:
«Qué lista es! ¡Mira que bien come! Ojala mi nieto comiera así, ¡es un remilgoso!, ¡Mírala, ya corre!, mi nieto es más grande y no camina, es un flojo, etc. si bien es un halago que se sorprendan de las habilidades de los hijos, a mí me invadía un sentimiento de inconformidad con dichos comentarios y solo respondía «gracias, pero hay que darle tiempo a su nieto, todos los bebés son diferentes » pues me ponía en los zapatos del otro niño y de sus padres y me preguntaba si a mí me gustaría que me dijeran que Nabyl es floja, que es remilgosa o que otro niño es mejor que ella.
Por otro lado, recuerdo también a un conocido que constantemente hace comparaciones entre su hija y la mía, me ha dicho «es que tu hija está muy flaca, mi hija nunca se ensucia al comer, mi hija nunca llora ni hace berrinches, etc. aunque trato de ignorarlo, no me gusta que se exprese así de mi hija.
Si bien existen tiempos promedio para que los bebés logren ciertas metas en su desarrollo, cuando los bebés son sanos y han sido valorados por un pediatra solo queda darles su espacio y confiar en que lograran las cosas por sí mismos, aquí te dejo el enlace a la entrada sobre el libre movimiento, sin comparar. Podemos hacer halagos a los demás bebés, pero podemos dejar de compararlos.
Un ejercicio que me gusta hacer, es pensar que pasaría si en lugar de mi hija se tratara de mí.
¿Cómo me sentiría si mi esposo fuera con alguien más y le dijera «¡Wow, tu esposa ya tiene un doctorado y habla 3 idiomas! Uy, la mía es floja ya tiene casi 30 y ni una maestría…».
Todos y cada uno de nosotros somos únicos y eso nos hace especiales, dejemos de comparar a nuestros hijos, mejor eduquemos con amor y enseñemosles a valorarse tal cual son.