Los grupos de maternidad o tribus virtuales han sido uno de mis mejores aliados durante estos dos años. Me han servido de fuente de información, como un lugar de empatía en el camino de la maternidad, como diversión, entretenimiento y hasta paño de lágrimas en días difíciles. Puedo decir, incluso, que si no fuera gracias a esas tribus, mi lactancia no sería exitosa y tampoco me hubiera inclinado por intentar llevar una crianza respetuosa con mi hija.
Aclaro que lo siguiente es mi experiencia, no es una queja ni la regla general en todos los grupos. Agradezco el aprendizaje que obtuve en cada lugar donde estuve aunque sea por un tiempo corto.
El primer grupo al que pertenecí me sirvió como trampolín para empoderarme. Recuerdo que mis primeras dudas eran sobre temas que ahora conozco mucho más: perlas de leche, lactancia a demanda, alimentación complementaria, etc. Después, fui conociendo otros grupos, seguí aprendiendo y con el tiempo comencé a brindar apoyo a otras madres que apenas se estaban informando.
En algunos de estos grupos me volví moderadora y en otros simplemente apoyaba en los temas que conocía.
¿Los grupos de maternidad siempre apoyan?
Así fue durante casi 18 meses, sin embargo, conocí la otra cara de la moneda en estas tribus, personas que parecen ceder sus decisiones a un grupo de desconocidas “Abuso de las tribus virtuales” las burlas entre miembros, la desinformación y hasta los chismes.
Recuerdo que hace un año, una amiga me contó que fue abandonando grupos debido a que se dio cuenta que a veces las personas no marcaban límites entre el debate y una pelea. Hasta entonces yo no lo creía.
Poco a poco y sin darme cuenta, comencé a invertir más tiempo en apoyar a personas en grupos que a mi, mi familia y mi casa. Si bien no dejé desatendida mi vida al 100%, los grupos se volvieron el pan de cada día e incluso tuve conflictos al respecto con mi pareja.
Afortunadamente, hace unos meses me di cuenta de esto e inicie una especie de desintoxicación: primero deje de revisar los grupos en ciertos horarios; abandoné algunos en los que había chismes, es decir, ¿cómo puede haber chismes entre desconocidas?
El día que deje de moderar grupos sentí un gran alivio. No quiero que se malinterprete, disfruto ayudar, pero dejar de escuchar mi teléfono sonando una y otra vez fue reconfortante. Moderar me encantaba, sin embargo, dejó de ser tan agradable cuando se convirtió en una especie de obligación, cuando alguien te pide que dediques más tiempo del que puedes o quieres brindar, algo así como un trabajo de oficina, siendo que no debía ser así.
A las tribus virtuales les debo mucho, aprendí sobre lactancia, conocí el porteo ergonómico, BLW, alimentación saludable, crianza respetuosa, etc, sin embargo también pude ver el “lado oscuro” de las personas. Mujeres que pelean por un lugar en el podio de la maternidad, unas burlándose de otras por ser menos informadas, competencia entre grupos por ver cuál era mejor, incluso hay gente desacreditando a profesionales de salud por no coincidir con sus ideales a pesar de que la evidencia científica respaldara sus recomendaciones; descubrí que a veces podemos hablar de crianza respetuosa pero no respetarnos entre adultos.
Mi decisión
Y no, no estoy exenta de todo lo anterior, yo también comencé a dejar de ser crítica para ser criticona, perdí empatía por otras madres y comencé a cerrarme ante la discusión de ciertos temas. A tono de burla, digo que estaba peleando entre ser un Jedi y volverme Darth Vader; no sé si seré un Jedi, pero intento alejarme del lado oscuro.
De lo anterior tomo lo bueno, estoy tratando de ser más empática, también aprendí a ser más tolerante. Esto último debo reconocer de quién administra tribus, pues a veces las personas llegan a los insultos y necesitan apelar a su madurez y tolerancia para no prestar atención a quien les quiere dañar.
Esta es solo mi historia, probablemente haya quien sobreviva de mejor manera a estos ambientes, habrá quien continúe en ellos y no se deje influenciar por personas “tóxicas” y que logren mantenerse al margen cuando los grupos se convierten en un patio de juegos de secundaria.
En las tribus encontré amigas que han pasado del plano virtual al real y hemos podido reunirnos para salir, encontré información y empoderamiento; sigo dentro de grupos de apoyo online, continúo apoyando desde mi trinchera, pero ahora con otra perspectiva.
Mamá o papá, hagan uso de tribus virtuales o físicas, sin embargo mantengan en su poder la toma de decisión y vuélvanse críticos de ustedes mismos, no pretendan evangelizar, no es obligación que las demás mamás tengan la misma forma de crianza, no existe la verdad absoluta. Ayudémonos entre nosotros mismos.