“Qué suerte que ustedes siempre estén de acuerdo en cómo educar a su hija”. Esa frase me la han dicho algunas ocasiones y si bien es cierto afortunadamente coincidimos en algunos puntos importantes de la crianza de nuestra hija también hay cuestiones en las que nos cuesta encontrar un punto medio.
Y es que en las relaciones de noviazgo o matrimonio, la crianza es un tema que muchas veces no suele tocarse sino hasta que hay un embarazo o incluso hasta que el bebé nace, o después. Es entonces cuando decisiones tan simples como si el bebé dormirá con los padres o no, pueden causar discusiones.
Por fortuna actualmente es común que los padres se involucren en las cuestiones de crianza y por lo tanto, pueden existir desacuerdos al respecto en la pareja ya que además de la información que podemos leer, también influye la manera en que fuimos educados, el ambiente en que crecimos y hasta el lugar en el que vivimos.
Cuando me dicen frases como la que mencioné al inicio, me pongo a reflexionar si en realidad es una cuestión de suerte que estemos de acuerdo cómo pareja en cuanto a las decisiones de nuestra hija, y claro que la respuesta es no.
¿Papá se involucra en la crianza?
Llegar a acuerdos nos ha costado debates y discusiones; he de aceptar que las ganas de no fallar en la educación de nuestra hija algunas veces me han colocado en una postura de imposición, de cerrarme a otras opciones que mi esposo propone pero gracias a que hemos hablado al respecto he cedido poco a poco. Si bien no tengo “la suerte” de que mi hija tenga un padre que acepte todas mis decisiones, si tengo la fortuna de que él esté interesado en involucrarse en su crianza.
Poco a poco he entendido que tengo más oportunidades a lo largo del día de informarme y que en lugar de imponer, puedo explicarle a él porque las cosas pueden funcionar mejor de determinada manera; por otra parte él se ha mostrado receptivo a la información que le cuento y así buscamos la manera de trabajar como un equipo.
¿Cómo afrontar diferentes puntos de vista de la crianza?
Claro está que aunque logremos acuerdos en temas importantes como nunca golpear a nuestra hija, hay otras veces en que no lo logramos y si son cosas con poca relevancia como que un día coma dos chocolates o vea más tiempo la TV, cedemos un poco, además de dar la oportunidad al otro de probar sus opciones y ver cuál funciona mejor.
Personalmente ceder me cuesta trabajo pero es algo en lo que estoy trabajando pues sé que los retos y decisiones que hoy se nos presentan como padres, son diferentes de los que nos tocará vivir en el futuro y en todos tendremos que trabajar como equipo.
La paternidad no debería convertirse en una zona de guerra para ver quién tiene la razón, si bien es difícil lograr acuerdos en la pareja no es imposible, finalmente ambas partes buscamos el bienestar de los hijos y ese debería ser el principal objetivo.
Y bueno, no está por demás recordar que gracias a esas diferencias que nos debemos el uno al otro, nació nuestra pequeña.
Cuéntame ¿cómo manejas esto? Yo sólo tengo una hija, pero ¿qué tan complicado es cuando se tiene más de una/o?